martes, 30 de mayo de 2017

El Pisco NO nació en Chile

Por: Gonzalo Gutiérrez


Hace pocos meses se publicó en Chile un libro elaborado por un grupo de dieciséis investigadores, encabezados por el historiador argentino Pablo Lacoste, que se titula “El Pisco Nació en Chile, Génesis de la primera Denominación de Origen de América”. La obra es producto de varios proyectos financiados por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Chile.

A fin de refutar la premisa principal del trabajo chileno, que se extiende a lo largo de 435 muy documentadas páginas, el Presidente de la Academia Peruana del Pisco, don Eduardo Dargent Chamot ha publicado un contundente artículo[1] en el que se rebaten de manera sustantiva los argumentos del supuesto origen chileno de la bebida.

En su preciso escrito, Dargent hace referencia al primer documento que menciona la producción de aguardiente en el Perú, el testamento de Pedro Manuel “El Griego”, que data del año 1613 y que es otorgado en la ciudad de Ica. Igualmente hace alusión a las múltiples fuentes que prueban que la primera producción de esta bebida se ubica en el Perú.

En esta ocasión no es necesario repetir los sólidos argumentos de Dargent, pero sí resulta interesante desarrollar algunos puntos relativos a la publicación chilena que llaman especialmente la atención.

El argumento central en torno al cual se construyen las más de cuatrocientas páginas del trabajo del equipo de Lacoste es que “…se documentó que en el inventario de la hacienda La Torre (1733) […] se registraron “tres botijas de pisco”. Este es el registro más antiguo del uso de la palabra “pisco” para denominar el aguardiente de uva en Chile y en América. Poco después, otros vecinos del Valle de Elqui imitaron esta idea, y comenzaron ellos también a usar la palabra “pisco” para llamar al destilado”[2].

El descubrimiento parece espectacular. Y es por eso que llama poderosamente la atención que en un libro tan prolijamente elaborado no se haya incluido una reproducción facsimilar de esta notable cita de un tan antiguo documento histórico. El inventario al que se hace referencia y que es el eje en torno al cual se estructura toda la argumentación es únicamente glosado en un anexo, de manera más bien oscura, entre las páginas 339 y 341 del trabajo. La sección más relevante del inventario es citada del siguiente modo en el libro: “…7 enfriaderas; tres botijas de pisco; un cajón con un San Antonio; una Santa Rita con su moldura vana…”[3] (el resaltado es propio)

En base a información recibida de un investigador peruano en Santiago de Chile se ha podido lograr una reproducción del antiguo documento. La parte relevante luce así (el resaltado es propio y no se encuentra en el inventario original):


Inventario del fundo La Torre, 1733



Dos elementos llaman la atención: en la primera línea resaltada se lee “…por tres botijas de Pisco”. Es decir, a diferencia de la transcripción en el libro del equipo de Lacoste, en el original se menciona la palabra Pisco con mayúsculas. Este detalle que parece ser absolutamente nimio tiene, sin embargo, una gran significación. De la manera como se anota la palabra en el original del documento resulta evidente que este inventario no pretendía describir el contenido o el propósito de los recipientes, sino que por el contrario indicaba claramente el origen geográfico de las tres botijas halladas en el pequeño fundo del norte chileno: la ciudad de Pisco, en el Virreinato del Perú.

Esta interpretación es ratificada por el hecho que el fundo La Torre, donde se realizó el inventario en 1733, cerca a La Serena, en la Gobernación de Chile, era propiedad de Pedro Cortés Monroy y Mendoza, quien fue, ni más ni menos, primo hermano de Francisco Cortés de Monroy, Comisario Mayor del Tribunal de la Inquisición, quien a su vez se había adjudicado bienes de la Hacienda Cóndor en el valle de Pisco, en el Perú. No es pues extraño pensar que las botijas encontradas en el fundo La Torre hayan sido parte de esos bienes que Francisco Cortés, pariente cercano del dueño del fundo La Torre, había obtenido en Pisco, y que ello fue así anotado en el inventario.

Dicho sea de paso, la información sobre esta familia Cortés se encuentra en los Manuscritos de la Inquisición de Lima, siglos XVI-XIX, que se ubicaron en el Archivo Nacional de Chile y que fueron extraídos de las bibliotecas peruanas durante la Guerra del Pacífico.

Sin embargo, ese no es el único elemento a notar en el original del documento. Seis líneas más abajo de la mención a las botijas provenientes de Pisco, en otra parte del inventario (que ha merecido también un resaltado propio en la imagen reproducida líneas arriba) se lee: “…por cinco cañones de sacar aguardiente…” y una línea más abajo “… 1 cocido y 2 de sacar aguardiente”. Estas dos menciones en el inventario también son reveladoras.

¿Cómo es posible que se reivindique que la bebida era llamada “pisco” en ese inventario en Chile, y pocas líneas más abajo, en el mismísimo documento, se señale que también se encontraron implementos para producir “aguardiente”? ¿Es que el equipo Lacoste sugiere que en un pequeño rincón del norte de Chile, en 1733, existía una distinción entre dos bebidas, una pisco y otra aguardiente? En realidad, estas menciones en el listado no hacen sino ratificar que la inclusión de la palabra Pisco en el inventario es únicamente para indicar el lugar de origen de las botijas, y de ninguna manera para señalar el nombre de una bebida, ya que en ese momento la denominación genérica en toda la América del Sur era aguardiente.

Más aun, en la publicación chilena se específica que antes de llevar a cabo el inventario, se había documentado que en el fundo se encontraban “…tres botijas vacías y nueve mil plantas de viña…”[4]. Extraña que las botijas –que eran usadas para transportar y almacenar todo tipo de productos- y estaban sin contenido, se transformasen posteriormente por arte de magia en unas botijas que contenían una bebida que engañosamente se quiere calificar como pisco.

Es peculiar, además, que el equipo que ensambló la obra consistentemente utilice el nombre “Pisco Elqui” para designar una población chilena de los siglos XVIII y XIX, cuando esa denominación no existió en Chile; y como lo precisa el mismo libro, recién fue creada administrativamente por la Ley 5798 en enero de 1936; es decir, más de doscientos años después del mentado inventario del fundo La Torre, y cinco años después que se reservara en Chile el nombre pisco para las bebidas espirituosas provenientes de esa zona del norte chileno. Este último hecho generó una paradoja única en el mundo en la que una dudosa denominación para una bebida pretendía asumir el nombre de un lugar geográfico que no existía cuando la supuesta denominación fue establecida.

Algunos de los ejemplos de la engañosa utilización del imaginado nombre de la localidad en el libro son los siguientes: “… la Hacienda La Torre, en la cual surgió el primer pisco […] en ella se elaboró pisco entre 1727 y 1733, […] estuvo ubicada en el polo de innovación y producción intensiva de vinos y aguardientes, en la localidad de Pisco-Elqui”. En la misma página se anota: “En efecto, don Pedro Cortés fue uno de los líderes del proceso de colonización junto con otros vecinos […] Estos se asentaron en el extremo oriental del valle del Elqui, después de Rivadavia, junto al río Claro, entre Montegrande y Pisco Elqui”[5].

Esta engañosa versión también se grafica en un dibujo incluido en el libro, donde se quiere dar a entender que “Pisco-Elqui” existía desde principios del siglo XVIII:



“El pisco nació en Chile”, pag. 396.



Como puede verse en las imágenes que siguen, la localidad ni siquiera aparecía en el Mapa de la Republica de Chile de 1884, y recién es incorporada en la cartografía chilena con el nombre “La Unión” en el "Atlas Nacional de Chile" de 1903. El intento de engañosamente deslizarla en los siglos anteriores únicamente tiene el propósito de justificar el uso del nombre, haciendo suponer erradamente al lector que una localidad con la denominación Pisco ya existía en el norte chileno desde el siglo XVIII. Huelga recordar que el pueblo de Pisco en el Perú es prehispánico y es claramente identificado desde el primer mapa existente del país, dibujado por el cartógrafo Diego Méndez en 1574.



Región de La Serena-Coquimbo, Mapa Nacional de Chile, 1884


Atlas Nacional de Chile, 1903



Para cerrar este tema, me tomo la libertad de reproducir una cita que el Dr. Dargent incluyó en su trabajo y que es particularmente reveladora del rechazo que este tosco artificio burocrático de cambiar de nombre a un pueblo en 1936 produjo en una de las personalidades más notables y admiradas de las letras de Chile y de América:

“Naturalmente no llamaré nunca a La Unión por Pisco-Elqui, triste ocurrencia de algún coquimbano que quiso reírse del lindo pueblo a lo tonto. Algún día hemos de devolverle su apelativo que apunta a la conjunción de los dos ríos. Yo sé que en ciertas casas bailaron y cantaron aquel fallo extranjero como una fiesta, y me alegró saberlo, pero de una alegría con dejo amargo”
Gabriela Mistral
“Pensando a Chile: una tentativa contra lo imposible”. Publicaciones del Bicentenario, 1 de enero de 2004, pag. 360

Un último elemento relativo a la elaboración de botijas llama también la atención. En el libro del equipo Lacoste, se afirma que “El registro más antiguo fue el horno botijero de la hacienda La Torre, en la localidad de Pisco Elqui. Según los documentos, en 1727 esta fábrica de botijas era ya vieja”.[6]

Esta afirmación resulta paradójica ya que en la página 255 del libro del escritor chileno Manuel Concha, titulado “Crónica de La Serena, desde su fundación hasta nuestros días 1549-1870” se incluye una referencia relativa a la recolección de fondos por parte del sacerdote Fray Pedro Araujo para concluir la construcción de la Iglesia de Santo Domingo de La Serena en 1759. Esa cita señala que el cura “…solicitó del cabildo privilejio esclusivo por diez años para establecer una fábrica de tinajas para el transporte de vinos i aguardientes; lo que se le concedió con la condición que debía permitirse la introducción de ese artículo por mar, i de que espirado el término de la concesión, la fábrica i sus útiles deberían quedar a beneficio de propios de ciudad en atención a sus pocas rentas…”

La cita deja en claro que no parecía existir en el norte de Chile en ese momento, 1759 -vale decir 32 años más tarde de lo que se reivindica en el trabajo de Lacoste- una fábrica de botijas en el área, toda vez que se le concede al cura Araujo el “privilejio esclusivo” de establecer una productora de esos recipientes. Más aún, se deja a cubierto el derecho de introducir el mismo producto por mar, lo que hace suponer que la zona regularmente se abastecía de botijas que llegaban por la vía marítima, lo más probable provenientes del Perú, como había sido el caso de las tres botijas descritas en el inventario del fundo La Torre en 1733.

Todos estos elementos, más bien puntuales pero emblemáticos, nos llevan a pensar que el trabajo ensamblado de manera tan prolija por el equipo Lacoste para infructuosamente pretender sustentar un origen chileno para el Pisco ha sido preparado siguiendo el famoso aforismo italiano que dice “Se non è vero, è ben trovato”.



[1] "La Discución ridícula" (http://laabeja.pe/de-opini%C3%B3n/salud-maestro-cesar-costa/803-la-discusi%C3%B3n-rid%C3%ADcula.html)
[2] P. Lacoste, "El Pisco nació en Chile", pág. 47
[3] Op. Cit. pág. 340.
[4] Op Cit. pág.  56
[5] Op. Cit. pág.  52
[6] Op. Cit. pág.  134



Origen de este texto: http://www.posicion.pe/2016/07/el-pisco-no-nacio-en-chile/#disqus_thread




domingo, 28 de mayo de 2017

Picarones: Dulce tradición peruana


Acuarela de Pancho Fierro
picaronera del siglo XIX


Disfrutando picarones en el mes morado 
Anticuchos y de postre, picarones, caserita
Pintor: Camilo Blas (1903-1985)
foto tomada de aquí

Picaronera de barrio popular
Apunte de Hugo Orezzoli
foto tomada de aquí

Muñeca hecha por Rubi Montejo
foto tomada de aquí


Apunte de Doria T.
Foto tomada de aquí


Apunte de W.Gómez T., 2011 (de Argentina)
Picarones en "Misturísima", versión popular de "Mistura" en el distrito de Comas (Lima)
Foto tomada de aquí



Moldeado de tela encolada - Museo de la Cultura Peruana
Foto tomada de aquí

Museo de la Gastronomía Peruana
Foto tomada de aquí


Pola Bolívar, recordada picaronera de Nasca
Foto tomada de aquí


Picaronera de Las Nazarenas - Lima
Foto tomada de aquí


Clases de preparación de picarones en Arequipa
Foto tomada de aquí (trip Advisor)

Armando el aro con destreza
Picaronera de Trujillo
Foto tomada de aquí


Aldegunda Chunpitaz, devota picaronera de San Luis de Cañete
fotograma tomado de aquí


Picarones de "Mary" - Mistura 2015 (Lima)
foto tomada de aquí

Venta de picarones en la Plaza Túpac Amaru (Lima)
foto tomada de aquí


Doña Leonor, veterana picaronera de la Almeda Chabuca Granda
foto tomada de aquí

Picaronera  de barrio en pleno trance aro-modular (Lima)
Foto compartida por Julio Flores aquí


Picaronera certificada.  Con una esculpiendo, con la otra dorando
foto tomada de aquí



Picaronera monsefuana con estilo (Lambayeque)
foto tomada de aquí


Picaronera en la Plaza de Pueblo Libre, frente al MNAAHP (Lima)
Foto y receta pirateada en esta página chilena



"Estampas de Lima Antigua" - enero 2012 - Circuito Mágico del Agua (Lima)
foto tomada de aquí


Picaroneras en confianza
Foto de Charo Echecopar, compartida aquí



La hora de los picarones en Barranco (Lima)
Foto compartida por Pedro Chincoa aquí


Cartel de picaronería en Barranco-Lima
Foto tomada de aquí


Cartel de picaronería en Parque Túpac - Huancayo
Foto tomada de aquí


"Picarones Edith" - Cartel de carrito picaronero de Doña Edith Zegarra, en El Callao
(cuando 5 picaronazos se podían comprar por S./ 2.50)
Fotograma tomado de aquí


Carrito picaronero en el Parque Kennedy  de Miraflores (Lima)
Foto tomada de aquí


Carrito  Picaronero y local de Lina Montedoro - Ventanilla (Callao)
variedades:  Clásico - D'Chocolate - Morado - Mixto, etc.
"...se caracteriza por innovar este platillo, al agregar productos nativos de la agricultura peruana, hacer nuevas mezclas de quinua y Miel de Maracuya, de papa nativa y miel de higo y el combinado de maíz morado con quinua y miel de chicha morada, entre otros..."
foto tomada de aquí



Otro carrito picaronero en Lima-Cercado
foto tomada de aquí


Industria de carritos picaroneros.  Un ejemplo
foto tomada de aquí



Pasajera industria de los 70s que nunca pudo con una práctica social colectiva y cohesionadora:
"¡Ahora! / Picarones en su propia casa con Mamy's / ¡Y qué fácil es vivir esta alegría! / Comparta con sus niños la "fiesta" de hacerles Picarones con Picarones Mamy's, el preparado que lleva a los hogares el auténtico sabor de los criollos picarones.  No importa que usted no sea picaronera profesional, porque como dice el viejo dicho criollo: "Picarón rico... aunque no sea redondo" / También hay Miel de Chancaca Mamy's para que la cosa sea completa"
foto tomada de aquí



Para los nostálgicos  residentes fuera del país:  Consuelo de masa preparada (nunca es lo mismo)
foto tomada de aquí


Incluso se vende la miel ya preparada (con lo fácil que es hacerla en casa)
foto tomada de aquí



Antony Bourdain atisbando el mundo por el aro de un peruanísimo picarón
foto tomada de aquí



Turistas saborenado unos picarones en Miraflores (Lima)
foto tomada de aquí



Picarones a la  leña, como antes.
Semana Santa en la provincia Sánchez Carrión (Huamachuco-La Libertad)
foto tomada de aquí


Escurriendo el exceso de aceite antes de servir  calientito
Picarones de Chincha
Foto tomada de aquí

Dulce bandera del Perú


Más peruano que los picarones... no hay
Foto de aquí



Masa
1/ 2 Kg. de  harina de trigo
1/4 Kg. de zapallo
1/4 Kg. de camote amarillo
1 cucharadita de anís
2 ramas de canela
25 gr. de levadura fresca
2 cucharadas de azúcar

Miel de chancaca
2 bolas chicas de chancaca o una bola grande (aprox. 500gr.)
Cáscara de piña
1 membrillo cortado en trozos
Canela a gusto
Clavo de olor a gusto
Cáscara de 2 limones


Preparación

Miel:

Poner en  dos litros de agua la chancaca trozada  con el resto de ingredientes.  Hacer hervir y mover hasta que tome punto de espesor ligero.  Retirar, entibiar y colar.

Masa:

Tanto el camote como el zapallo, se cortan en trozos y se hierven en buena cantidad de agua con  la canela el anís y una pizaca de sal.  Cuando estén suaves, retirarar la canela y licuar.  Retirar una taza de este puré y disolver en ella la levadura fresca, esperar a que burbujee.

En un latón o cazo grande, mezclar el resto del puré con  la harina .  Batir enérgicamente con la mano y añadir la levadura activada.  La masa debe quedar suelta pero no aguada si esto ocurriera añadir harina y si queda muy seca un poco de agua.

En un recipiente alto pero no muy ancho dejar reposar en un lugar tibio hasta el día siguiente.  Debe doblar el volumen.

Con los dedos humedecidos, tomar porciones de la masa y con movimientos rápidos darle la forma de aro antes de echar a freír  en abundante aceite caliente.  Con una palo de caña o metal, agitar la rosca por el agujero del centro, a fin e que hinche bien.  Dar vuelta para terminar de dorar, y escurrir antes de servircaliente con la miel de chancaca.


LA PICARONERA
Pregón
Recopilación de Mercedes Ayarza de Morales

Aquí están los pícaros calientitos
Me llaman picaronera
porque vendo picarones
Me llaman picaronera
porque vendo picarones
Y no me llaman “ratera”
cuando robo corazones
¡ Qué ricos! ¡ Qué ricos !
picarones calientitos
Redondos y tostaditos
y en su miel bien bañaditos
Van provocando a los pillos
a vejetes y chiquillos
Y si los guardas un día
y el picarón se enfría
un hervorcito le das,
borrachitos los pondrás
¡ Qué ricos! ¡ qué ricos !
picarones calientitos
A cinco por medio, ¡Catay!
Para cualesquiera, ¡Chumay!
¡Ay! los picarones, ¡Catay!

Letra copiada del cancionero Melodías Criollas de Aurelio Collantes (Lima, 1942)


 




La picardía hecha dulce 
César Coloma

Los picarones son una delicia criolla y hasta Ricardo Palma, nuestro célebre tradicionista, se ocupa de ellos, señalando que, en sus tiempos,  “los vendedores de Lima podían dar tema para un libro por la especialidad de sus pregones” y que “Casas había en que para saber la hora no se consultaba reloj, sino el pregón de los vendedores ambulantes”. Por ejemplo, “A las dos de la tarde la picaronera” y otros vendedores de alimentos, “atronaban con sus pregones” (“Tradiciones peruanas”, Espasa-Calpe, 1983, t. 1, pp. 367-368).

También registra “Picarón.- No es sólo aumentativo de pícaro, a, sino una especie de fruta de sartén que se asemeja a la que en España se llama buñuelo”. Y “Picaronero, a.- La persona que, por oficio, hace o vende los picarones” (“Papeletas lexicográficas”, Lima, Imprenta La Industria, 1903, p. 213).

Nuestra querida amiga Josie Sison Porras de De la Guerra rescata la antigua receta del monasterio de Santa Clara de Lima, cuyas espectaculares callejuelas, plazoletas y casitas de las monjas (como en Santa Catalina de Arequipa, pero en adobe) fueron destruídos por el salvajismo (“El Comercio”, 4 de mayo de 1986, p. C-1).

La receta de los picarones de las monjas clarisas es ésta:  “Se pondrá a cocinar juntos, 1 tira de zapallo que pese 1 libra, igual de camote, ambos pelados; cuando estén cocidos se amasan bien. Estando ya fría esta masa se le mezclará más o menos 3 libras de harina de trigo, un poquito de anís, un poquito de sal y 1 vaso de chicha fuerte que no esté agria... todo esto reunido se bate bien con las manos hasta que la masa no se pegue en ellas, entonces se cubre con un paño limpio y se deja reposar 3 horas, después se fríen a cucharadas en manteca bien caliente. Se sirven con almíbar flojo o con miel de chancaca” (“El Perú y sus manjares...”, Lima, Mastergraf S.A., 1994, p. 31).

Es muy importante tener presente, como lo hemos visto, que la masa de los exquisitos picarones se prepara con zapallo y camote, ambos nativos del Perú, los cuales les dan un sabor característico e inimitable.


(Publicado en “El Comercio”, Lima, 31 de mayo de 2004, página b-5)

https://sites.google.com/site/historiadelaculinariaperuana/picarones-postre-limeno





¡Los pícaros picarones!
 Alfonsina Barrionuevo


“¡Aquí están los pícaros calientitos!/ Me llaman picaronera/ porque vendo picarones/ y no me llaman ratera aunque robo corazones. ¡Redondos y tostaditos/ en su miel bien bañaditos,/ van provocando los pillos a vejetes y chiquillos!”

Coquetería reposteril, en pirámide, con un ojo risueño al centro, enamorador, rociado con miel de chancaca donde entran hojas de higo para darle sabor y aroma, el picarón nos traslada a épocas inolvidables, cuando las picaroneras lo preparaban en las esquinas de las calles limeñas. A veces precedidos por el anticucho solazándose en su salsa para hacer el contraste. Otros tiempos, otras costumbres, otro regalo para el paladar que llega hasta ahora.

Entre el buñuelo y el picarón hay un cierto parentesco que se remonta más allá de la choznería; porque si bien el buñuelo hispano entró primero en Lima a la sartén en una mezcla casi angelical, liviana, aristocrática y donosa de huevo, harina, leche y polvo de hornear; el picarón, partiendo del mismo tronco genealógico de ingredientes principales asumió distintas características para alegría de los comensales.

Un tono áureo que aumentaba en kilates con el zapallo príncipe y el camote con señorío de la tierra y dulzuras antioxidantes. Su sabor solía ser mas insinuante, aunque no tuviera campanillas de nobleza importadas y por lo mismo fuera más popular. ¿Quién puede atreverse a  compararlos?.El buñuelo tenía la gracia de ser considerado  en los villancicos navideños como preferido del infante divino: “Niño Manuelito, ¿qué quereís comer?,” dizque le preguntaban los cantores y éste respondía: “Buñuelitos fritos envueltos en miel.”

“El buñuelo se prepara también en otras partes del Perú como en Arequipa, donde antaño se vendía con miel de caña a los bañistas en la puerta de los pozos o piscinas de Tingo”, según menciona Manuel J. Bustamante de la Fuente, sin que le cediera campo el picarón, inflado como un salvavidas, que sale con su abertura al centro y redondo cual una rueda, como si las manos de la picaronera tuvieran un molde. Cada uno con su propia personalidad aunque ambos se envuelven en la misma miel; pero sin desconocer que si el primero no hubiera existido, el picarón tal vez no se hubiera inventado; y este es el lazo de inspiración que los une aunque lo demás los separe.
Es de presumir que no fue la limeña de salón de talle de avispa, que arrastraba miradas de los flecos de su manto, sabiendo que la miraban, boca de risa, hoyuelos en las mejillas, de manos mórbidas y con pies de reina, chiquitos y muy monos”, como describe Pablo Patrón, la creadora del alabado dulce.

“La preocupación de la limeña que era un ángel, sea que luciera en los salones el agradable metal de su voz, que se le viera hacer con primor toda clase de labores femeninas, que se la contemplara recogida en oración en el templo, ejercitando las obras de misericordia en los hospitales o alegre y engalanada con los arreos propios de su sexo en los paseos y en los teatros, que era muy dispuesta para la música y el baile, no fue muy aficionada a preparar ni siquiera dulces” según observa Max Radiguet.

Fue la morena que la engreía haciendo malabares en la cocina, ya familiarizada con las especies alimenticias nativas la que definitivamente introdujo en la mesa europea el camote prehispánico, oriundo de los tibios valles de la chala, la yunga y la qechwa, llamado allí kumara, acompañado por el zapallo. Cucurbitáceas cuya presencia en la culinaria nativa tiene milenios.

La distancia depende del momento en que aparece el picarón con entusiasmo en el panorama de la repostería nacional. Las crónicas que hemos investigado lo sitúan en el siglo diecinueve y quizá antes compartiendo tres épocas, el virreinato en vías de fenecer y viviendo rabiosamente sus últimos años porque  entendían que se iban, la independencia y luego la república con herencia de dos mundos.
Que las morenas, inspiradas en el arte de la culinaria y la repostería, lo inventaran antes de su liberación o después no tiene importancia. Pero en el humanísimo decreto de don Ramón Castilla, dado en Huancayo, les permitió desarrollar su talento a otro nivel, porque ellas fueron las  picaroneras más profesionales que tuvo Lima.

Ellas incorporaron al yantar citadino de la aldea grande, como la llama Sebastián Salazar Bondy, los apetitosos anticuchos,  chunchulíes, mollejitas, pancitas y mondongos, servidos con choclos, yucas, papas o camotes, y los picarones como un postre al vuelo. Para ponerlos a punto se modeló el brasero de carbón con abanico de totora y el perol de manteca humeante llevando ya la miel hervida con clavos de olor, hojas de higo, cáscara seca de naranja y tapas de chanchaca cajamarquina o piurana.

Javier Luna Elías aprendió el pregón de la picaronera de la tradicionista Rosa Mercedes Ayarza de Morales, que lo recogió de la calle para darle abrigo. Ella encargó al “Grupo Jueves” ponerlo en circulación en sus reuniones culturales y así lo conservó en su memoria el  arquitecto Luna Elías que lo concluye con una acotación ingeniosa también de las sabihondas, que tenían el placer de ofrecerlo en la fiesta y la procesión de la Virgen del Carmen en los Barrios Altos. . “...y si lo dejas un día/ y el picarón se enfría,/ un hervorcito le das/ y volverá su frescura.” Un secreto que pondremos en práctica, pues, a veces, se nos quedan algunos, se achatan y su encanto no regresa al vapor. Tiene que estar borrachito, remojado en su  propia ambrosía, para volver a renacer.

No podemos afirmar con seguridad que la famosa hojarasca que se  come con gusto en la fiesta de la Virgen de Cocharcas, sobre todo en Orcotuna, Junín, sea una hermana andina del buñuelo. ¡Se le parece mucho!. Pero, por qué dudar en el posible parentesco. Después de todo las fiestas religiosas fueron traídas de España y algo más tuvieron que aportar además de los rezos, las misas y los maitines en el interior, para alegría de los niños.

http://perumundodeleyendas.blogspot.pe/2015/11/un-mundo-de-alegria-quisiera-hablar-en.html





"Día del picarón" - noticias del 2018:

Día del Picarón: disfruta en familia del delicioso y tradicional postre.  Del 26 al 28 de octubre en Surquillo
(25 variedades de mieles de pétalos de rosas, chocolate, arándano, cocona, chirimoya, papaya, miel de piña con naranja, aguaymanto, fresa, entre otros)







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Somos Melipilla

lunes, 22 de mayo de 2017

Alcaldía de La Paz registra elementos del patrimonio culinario peruano como paceño

El anticucho y la chicha morada se consumen en el Perú por lo menos desde los albores del siglo XIX.    Numerosas acuarelas costumbristas  muestran a los expendedores ambulantes de anticuchos de la ciudad de Lima.  La chicha morada es otro emblema culinario nuestro.  Tanto el potaje como la bebida son de origen indígena-afro-morisco,  y pertenecen al patrimonio gastronómico peruano en la parte "comida criolla".

Estos dos platos así como la "Papa a la Huancaina" (Junín), el "Solterito" (Arequipa), la Salchipapa (Lima) o el "Arroz Chaufa" (Lima), entre otros, son muy gustados y preparados en Bolivia.  

En los chupes hay algunos patrimonios comunes como el "Chairo" y el "Timpo", que son de origen aimara.  En Arequipa, Puno, Cusco, Moquegua, desde el siglo XIX  se prepara Chairo con  sus propios estilos regionales.  En Puno y Arequipa se prepara el Timpo (o Thimpu).   Estos caldos pertenecen también a la tradición culinaria paceña y creo que también orureña.

El Api  (una especie de colada morada de harina de maíz) es otro patrimonio compartido, pues no sólo en La Paz, sino en Puno y en Arequipa (debido a la migración puneña) se prepara, acompañado con abombadas y crujientes empanadas fritas.

La marraqueta es otro patrimonio culinario compartido con el Perú y también Chile, donde está más extendida.  La marraqueta es patrimonio culinario de la ciudad peruana de Tacna.


"Dentro del eje cultural, la Comuna reconoció 22 alimentos y bebidas tradicionales vigentes como el anticucho, api, chairo paceño y chicha morada, entre otros, con la idea de impulsar también la gastronomía tradicional [?]"

Parece que los funcionarios de la Alcaldía de La Paz, tienen más entusiasmo que conocimiento de lo que enarbolan como sus 22 emblemas culinarios, cuando, o vienen de  un flujo de décadas recientes del patrimonio culinario peruano, o simplemente, son patrimonio compartido.  Un emblema es algo que identifica intransferiblemente e indubitablemente a un lugar.  Cuando eso sucede, un homenaje a un país se traduce en la evocación cuasi instintiva de alguno de sus emblemas:  "Chicha morada: Homenaje a la música peruana"




Vendedora de anticuchos en Amancaes.  Apunte de R. Izquierdo.
(http://historiadordelperu.blogspot.pe/2012/09/amancaes-la-primera-feria-gastronomica.html)


También leemos en la misma nota periodística:

"Al respecto, la directora de la agencia de turismo municipal, Patricia Grossman dijo “nos están llamando la nueva Lima (la metrópoli peruana se caracteriza por ser capital gastronómica de Sudamérica) y, por supuesto, nos oponemos. Nosotros tenemos nombre y apellido. Somos La Paz Maravillosa y pronto seremos destino gastronómico del mundo."

Pregunto: quiénes hablan de la "Nueva Lima", ¿alguna revista reconocida de crítica gastronómica mundial o contertulios de los eventos que organizan? Parece un deseo omnipresente que se traduce en  comentarios complacientes como: "pronto ustedes van a ser la Nueva Lima..."   El deseo potente de emular e incluso sobrepasar a la mentada ciudad, está pero no está: obsesiona pero se trata de disimular.   Si la señora Grossman reclama altivamente que tienen "nombre y apellido"... porqué registran como patrimonios culinarios paceños al anticucho y a la chicha morada, elementos emblemáticos de la culinaria costeña peruana.  Como si en cualquier  pais del mundo, la "Pizza" italiana , por el hecho de ser consumida  durante décadas o generaciones, pueda ser declarada alegremente parte de su patrimonio culinario.  Lo justo es reconocer hidalgamente la notoria presencia de la culinaria peruana en Bolivia.

Una vez más, podemos decir que un imaginario se construye en base a voluntades compartidas.  Es el caso del Alcalde de la Paz, Luis Revilla y su equipo de trabajo: concretar el deseado imaginario de tener una ciudad potencia-gastronómica-turística.  Para hacerlo, promueven y financian cadenas productivas con valor agregado,  cadenas formativas (entrenamiento para re-inventar e inventar el patrimonio), y sobretodo, eventos con invitados extranjeros del ámbito gastronómico y diplomático.  La lógica es que si estos extranjeros (que cumplen con la elemental cortesía de agradecer, halagar y motivar  al anfitrión) avalan el discurso propuesto, se potencia el deseado imaginario.  Este aval extranjero se busca también en concursos o rankings -aparentemente- mundiales, con votaciones virtuales inducidas.  El primer paso en este caso, ha sido ingresar en la base de datos de World Luxury Restaurant Awards.  Parece que no importa mucho el real peso e importancia del concurso sino que suene a reconocimiento extranjero mediatizable.

Que tengan suerte, pero investigando mejor su historia culinaria y jugando limpio.








domingo, 21 de mayo de 2017

Como alma en pena [Laura Bozzo: el regreso de un huracán que ya no sopla]


Renato Cisneros
Semanario sabatino "Somos" del diario "El Comercio" (Lima, 20 de mayo 2017)



Hace una semana, en un restaurante, les aseguraba a unos comensales españoles que el verdadero mérito del boom gastronómico en el Perú consistía en haber borrado del imaginario colectivo universal el nombre de Laura Bozzo como referencia automática de lo peruano. Cuando los vi reírse tuve que precisar que no se trataba de una broma.

Durante mucho tiempo, les reseñé, apenas los peruanos mencionábamos nuestra nacionalidad en el extranjero, sobre todo en Latinoamérica, se componía en el rostro del interlocutor de turno la misma expresión cachacienta, seguida de esa consabida arenga sensacionalista que sintetiza todo un historial de incultura y subdesarrollo: «¡Qué pase el desgraciado!».

La desazón, cómo no, era inmediata. Uno se quedaba allí, dolido en su autoestima, preguntándose por dentro: ¿qué pecado imperdonable hemos cometido como sociedad para que, traspuestas las fronteras, todo aquello que podría darnos fama internacional —la cultura milenaria, la geografía diversa, las maravillas naturales— haya quedado relegado ante la ominosa estela dejada por la autodenominada «abogada de los pobres»?

Felizmente, dije a mis contertulios, después de un largo proceso de desratización que supuso cárcel para unos y destierro voluntario para otros, la peruanidad por fin ha renovado sus íconos y ahora preferimos, por lejos, tener como imagen distintiva al anticucho o al rocoto relleno antes que a una de las indiscutibles pioneras de la televisión, no solo basura, sino perversa.

Al volver de la reunión a mi casa, me senté en la computadora y, como suelo hacer, me dediqué un rato a navegar por los portales nacionales. Me sorprendió mucho encontrar precisamente a la señora Bozzo como protagonista de varios titulares. Tuve la fea sensación de haberla convocado luego de haber pronunciado su nombre tantas veces a lo largo de la cena. Igual que a Candyman frente al espejo.

Cedí entonces a la tentación de escuchar una de las varias entrevistas que ha concedido en estos días porque, vamos, quién sabe, pensé, la gente cambia, y tal vez esta señora, ahora, ya casi convertida en una septuagenaria, ha entrado finalmente en sus cabales y regresado para reinventarse, para borrar su imagen de operadora de Montesinos, instigadora de psicosociales y disforzada estrella lumpen.

Las consideraciones, claro, me duraron quince segundos, la misma fracción de tiempo que ella tardó en ofrecer delirantes alocuciones sobre la coyuntura política, victimizarse esquizofrénicamente respecto de su pasado, y lanzar irresponsables amenazas judiciales a medio mundo. Había vuelto recargada, lista para la pelea cuerpo a cuerpo, convertida en una muy penosa parodia de sí misma. Y por muy seria que se pusiese, cada vez que tergiversaba a mansalva los hechos que la han llevado a ser quién es, alcanzaba los niveles de credibilidad de un Meme.

Pero siempre le queda a uno la incógnita: ¿por qué tiene rating alguien así? ¿Porque es una gran comunicadora, como ella afirma? Difícil. Cómo podría comunicar algo quien solo se dedica a imponer opiniones sin darse margen para la autocrítica; quien presume y ataca sin escuchar al otro.

Intuyo que hay muchos individuos que, absorbidos por las urgencias diarias, pasan por el mundo sin tiempo ni estímulo para interpretarlo. Esos sujetos tienen debilidad por el discurso autoritario porque éste reduce la complejidad humana y facilita una visión de la realidad lo suficientemente simplista para no tener que cuestionarla.
En lugar de darse el trabajo de instruir al otro para dialogar con él, personajes como Bozzo —y todos aquellos que parecen sucedáneos suyos en la política y la televisión— seducen con gritos y pechadas porque así ejercen un aparente dominio sobre los demás.

Laura Bozzo regresó esta semana con agenda propia, pero la verdad es que no hay nada que temer. Jamás volverá a ser «la doctora», la «Señorita Laura» ni «la reina de América». Es cierto que se desgañita, acusa y carajea como en su peor momento, pero ya no es la mujer peligrosa ni bien contactada de antes. Es apenas una anécdota avinagrada del tiempo oscuro de la corrupción. Solo eso: un ruidoso suvenir de la dictadura.

http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/alma-pena-424614 


Respuesta del actor Lucho Cáceres a la "exigencia" de Laura Bozzo de dar libertad a Fujimori (mayo 2017).  Así pensamos la gran mayoría de peruanos, hartos de esta mujer  ambiciosa e inescrupulosa, que tanto quiso hundirnos en el hueco más negro de la ignorancia y la indignidad:




http://peru21.pe/espectaculos/facebook-lucho-caceres-le-llama-esperpento-laura-bozzo-esta-razon-2281849

sábado, 20 de mayo de 2017

"Nada soy": valse criollo peruano

Vals criollo peruano

Compositor: Genaro Ganoza Torres 
Intérpretes: conjunto  Los Kipus (Eva Ayllón 1ra. voz, Paco Maceda 1ra. guitarra, Genaro Ganoza 2da. voz)

Nada soy sin tu cariño... nada soy
Nada soy si no te tengo... nada soy
Me enseñaste a quererte con delirio
Hoy mi vida es un martirio, si no estas más junto a mí.
Te busque por todas partes... te busqué
Y al no poder encontrarte te lloré,
Que dolor siento en mi pecho, ay que dolor
Te olvidaste de tu amor y hoy no vivirá sin ti.

Te fuiste sin motivo de mi lado
Lloró mi corazón sacrificado
El ser que a ti te quiso con pasión y que te dio su amor,
No tiene la dulzura de tus besos.
Tampoco la ternura de tu amor
Ahora nada soy sin tu cariño... nada soy (bis)

Nada, nada, nada soy...


"Cariño bonito": Valse criollo peruano

Este vals es del compositor Augusto Polo Campos, se la compuso a una de sus pequeñas hijas en la década de 1970.
Interpretan Arturo "Zambo" Cavero  y Oscar Avilés


Donde se duerme tus ojos chinitos
cariño bonito por donde andarás
siento que vienen tus pies chiquititos
cariño bonito cuando volverás
duele tu ausencia cuando estoy solito
cariño bonito ven, ven te quiero más
y si no sabes que te necesito
pasa un ratito por mi soledad.

Yo se que al verme cantando solito
cariño bonito tendrás que llorar
yo se que al verme cantando solito
cariño bonito tendrás que llorar.
Cariño, regresa a mi lado
ven aacá cariño, yo se que me quieres
cariño, cariño, tu amor no se muere
ven aca carino, no me has olvidado.

Ya te extrañaré, tu me extrañarás
te recordare, me recordaras
yo te buscare, tu me buscaras
yo te encontrare, tu me encontraras.

Te perdonare, me perdonaras
siempre te querre, siempre me querras
siempre te dire, siempre me diras.

cariño, cariño, cariño,
cariño, cariño, cariño,
donde se duermen tus ojos chinitos
cariño bonito por donde andaras.

cariño regresa a mi lado
ven aca cariño, yo se que me quieres
cariño, cariño, tu amor no se muere
ven aca cariño, no me has olvidado.

Ya te extrañaré, tu me extrañarás
te recordare, me recordaras
yo te buscare, tu me buscaras
yo te encontrare, tu me encontraras.

Te perdonare, me perdonaras
siempre te querre, siempre me querras
siempre te dire, siempre me dirás.