domingo, 21 de mayo de 2017

Como alma en pena [Laura Bozzo: el regreso de un huracán que ya no sopla]


Renato Cisneros
Semanario sabatino "Somos" del diario "El Comercio" (Lima, 20 de mayo 2017)



Hace una semana, en un restaurante, les aseguraba a unos comensales españoles que el verdadero mérito del boom gastronómico en el Perú consistía en haber borrado del imaginario colectivo universal el nombre de Laura Bozzo como referencia automática de lo peruano. Cuando los vi reírse tuve que precisar que no se trataba de una broma.

Durante mucho tiempo, les reseñé, apenas los peruanos mencionábamos nuestra nacionalidad en el extranjero, sobre todo en Latinoamérica, se componía en el rostro del interlocutor de turno la misma expresión cachacienta, seguida de esa consabida arenga sensacionalista que sintetiza todo un historial de incultura y subdesarrollo: «¡Qué pase el desgraciado!».

La desazón, cómo no, era inmediata. Uno se quedaba allí, dolido en su autoestima, preguntándose por dentro: ¿qué pecado imperdonable hemos cometido como sociedad para que, traspuestas las fronteras, todo aquello que podría darnos fama internacional —la cultura milenaria, la geografía diversa, las maravillas naturales— haya quedado relegado ante la ominosa estela dejada por la autodenominada «abogada de los pobres»?

Felizmente, dije a mis contertulios, después de un largo proceso de desratización que supuso cárcel para unos y destierro voluntario para otros, la peruanidad por fin ha renovado sus íconos y ahora preferimos, por lejos, tener como imagen distintiva al anticucho o al rocoto relleno antes que a una de las indiscutibles pioneras de la televisión, no solo basura, sino perversa.

Al volver de la reunión a mi casa, me senté en la computadora y, como suelo hacer, me dediqué un rato a navegar por los portales nacionales. Me sorprendió mucho encontrar precisamente a la señora Bozzo como protagonista de varios titulares. Tuve la fea sensación de haberla convocado luego de haber pronunciado su nombre tantas veces a lo largo de la cena. Igual que a Candyman frente al espejo.

Cedí entonces a la tentación de escuchar una de las varias entrevistas que ha concedido en estos días porque, vamos, quién sabe, pensé, la gente cambia, y tal vez esta señora, ahora, ya casi convertida en una septuagenaria, ha entrado finalmente en sus cabales y regresado para reinventarse, para borrar su imagen de operadora de Montesinos, instigadora de psicosociales y disforzada estrella lumpen.

Las consideraciones, claro, me duraron quince segundos, la misma fracción de tiempo que ella tardó en ofrecer delirantes alocuciones sobre la coyuntura política, victimizarse esquizofrénicamente respecto de su pasado, y lanzar irresponsables amenazas judiciales a medio mundo. Había vuelto recargada, lista para la pelea cuerpo a cuerpo, convertida en una muy penosa parodia de sí misma. Y por muy seria que se pusiese, cada vez que tergiversaba a mansalva los hechos que la han llevado a ser quién es, alcanzaba los niveles de credibilidad de un Meme.

Pero siempre le queda a uno la incógnita: ¿por qué tiene rating alguien así? ¿Porque es una gran comunicadora, como ella afirma? Difícil. Cómo podría comunicar algo quien solo se dedica a imponer opiniones sin darse margen para la autocrítica; quien presume y ataca sin escuchar al otro.

Intuyo que hay muchos individuos que, absorbidos por las urgencias diarias, pasan por el mundo sin tiempo ni estímulo para interpretarlo. Esos sujetos tienen debilidad por el discurso autoritario porque éste reduce la complejidad humana y facilita una visión de la realidad lo suficientemente simplista para no tener que cuestionarla.
En lugar de darse el trabajo de instruir al otro para dialogar con él, personajes como Bozzo —y todos aquellos que parecen sucedáneos suyos en la política y la televisión— seducen con gritos y pechadas porque así ejercen un aparente dominio sobre los demás.

Laura Bozzo regresó esta semana con agenda propia, pero la verdad es que no hay nada que temer. Jamás volverá a ser «la doctora», la «Señorita Laura» ni «la reina de América». Es cierto que se desgañita, acusa y carajea como en su peor momento, pero ya no es la mujer peligrosa ni bien contactada de antes. Es apenas una anécdota avinagrada del tiempo oscuro de la corrupción. Solo eso: un ruidoso suvenir de la dictadura.

http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/alma-pena-424614 


Respuesta del actor Lucho Cáceres a la "exigencia" de Laura Bozzo de dar libertad a Fujimori (mayo 2017).  Así pensamos la gran mayoría de peruanos, hartos de esta mujer  ambiciosa e inescrupulosa, que tanto quiso hundirnos en el hueco más negro de la ignorancia y la indignidad:




http://peru21.pe/espectaculos/facebook-lucho-caceres-le-llama-esperpento-laura-bozzo-esta-razon-2281849

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